Domingo

son las 11:11. Mi hora mistica, la que siempre se encarga de anunciarme su presencia, las 11:11. Mi corazon que late sin ritmo, desesperado por encontrar una frecuencia para lograr una armonia perfecta, como en una sevillana. Yo despierto como perdida, el espiral me invade de nuevo, tenia tiempo en que no se presentaba pero hoy que desperte y me encontre con tu propuesta, mis columnas se cimbraron. Las ideas empezaron a pasar como una serie de filminas interminables por mi cabeza, visualizando los posibles escenarios. Imaginandote. una parte de mi siempre me dice que debo protegerme, que tienes en tus manos un latigo dispuesto a destrozar mi carne expuesta. Pero otra me dice que tu tienes el unguento que hace resucitar la carne que lleva tanto tiempo muerta. Las ideas giran y giran y no logran aterrizar. Tu voz enciende todas las velas que viven debajo de mi piel, tu indiferencia las apaga. La decision la dejo al destino, como debe de ser